Este texto me fez lembrar de encontros casuais que ocorrem durante viagens. São situações imprevisíveis que nos fazem, às vezes, mudar a rota e descobrir novos caminhos. A despedida é sempre como conta Juan Cruz no texto que captei de seu blog http://blogs.elpais.com/juan_cruz/. Ainda espero por novas viagens e pelas felizes surpresas que elas trazem... Para terminar este breve comentário e deixar o resto do espaço com o titular do blog Mira que te lo tengo dicho, chamo atenção para a última frase do texto de Cruz. A identificação é total!
16 abril, 2009 - 10:30 - Juan Cruz
Escritores entre Cervantes y una paloma
Estuve anoche en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares conversando con cuatro jóvenes escritores latinoamericanos, nacidos todos ellos a partir de 1970. El más joven es el mexicano Tryno Maldonado, que nació hace 32 años. Los otros son la chilena Andrea Jefatnovic, la boliviana Giovanna Rivero y el argentino Juan Terranova. Todos han publicado ya libros, sobre todo novelas, y los cuatro fueron invitados para estar todo este mes en Alcalá de Henares. La iniciativa es de la Universidad, que hace coincidir esta invitación para que los jóvenes autores se encuentren y encuentren el centro del territorio de Cervantes con los actos que arropan allí la entrega del premio Cervantes a Juan Marsé, un maestro. El marco es, pues, el Festival de la Palabra, y este esquema de arropamiento de jóvenes escritores se llama Escritores en Residencia. Ellos están encantados de estar aquí; no se conocían, o se conocían poco, por los medios electrónicos; sabían algunos de ellos de ciertos textos suyos, pero no se conocían. Reproducían en sí mismos un problema grave de la comunicación literaria en español: conocen a los españoles, o lo que pasa por España, pero se desconocen entre países latinoamericanos. Y ese es un gran déficit de ahora, del pasado y del porvenir. Hablaron de eso, y hablamos de muchas más cosas. De las influencias; del lenguaje; de cómo el español de España y el español de los países iberoamericanos se impide o se retroalimenta; de los caciquismos literarios; de Cortázar; de Los últimos días de la humanidad de Karl Kraus; de cómo el marketing terminan impostando las novelas; de las imposturas; de cómo la literatura se mide con el capital; del marxismo; de las palomas que cagan sobre la estatua de Cervantes; de las novelas nazis (o sobre nazis) que se hicieron en México; de la novela híbrida (invención de Giovanna); de que todas las novelas ahora son híbridas; de Unamuno; de releer los libros propios; de la humildad; de la paciencia; de los egos revueltos; de los egos resueltos; de la búsqueda como sustento eterno de la vocación literaria; de los 1433 escritores que hay en México (y otros tantos en tantos sitios); de cómo se dice coger, follar, en cada sitio; de cómo se dice correrse; de cómo se traduce culear; de cómo Jean Claude Van Damme dice en español joder, y así sucesivamente. Quedamos para vernos otra vez. Lo que más lástima me dio es no ser joven y seguir allí, con ellos, escritor en residendcia. Pero soy latinoamericano. Que ya es muchísimo.
Escritores entre Cervantes y una paloma
Estuve anoche en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares conversando con cuatro jóvenes escritores latinoamericanos, nacidos todos ellos a partir de 1970. El más joven es el mexicano Tryno Maldonado, que nació hace 32 años. Los otros son la chilena Andrea Jefatnovic, la boliviana Giovanna Rivero y el argentino Juan Terranova. Todos han publicado ya libros, sobre todo novelas, y los cuatro fueron invitados para estar todo este mes en Alcalá de Henares. La iniciativa es de la Universidad, que hace coincidir esta invitación para que los jóvenes autores se encuentren y encuentren el centro del territorio de Cervantes con los actos que arropan allí la entrega del premio Cervantes a Juan Marsé, un maestro. El marco es, pues, el Festival de la Palabra, y este esquema de arropamiento de jóvenes escritores se llama Escritores en Residencia. Ellos están encantados de estar aquí; no se conocían, o se conocían poco, por los medios electrónicos; sabían algunos de ellos de ciertos textos suyos, pero no se conocían. Reproducían en sí mismos un problema grave de la comunicación literaria en español: conocen a los españoles, o lo que pasa por España, pero se desconocen entre países latinoamericanos. Y ese es un gran déficit de ahora, del pasado y del porvenir. Hablaron de eso, y hablamos de muchas más cosas. De las influencias; del lenguaje; de cómo el español de España y el español de los países iberoamericanos se impide o se retroalimenta; de los caciquismos literarios; de Cortázar; de Los últimos días de la humanidad de Karl Kraus; de cómo el marketing terminan impostando las novelas; de las imposturas; de cómo la literatura se mide con el capital; del marxismo; de las palomas que cagan sobre la estatua de Cervantes; de las novelas nazis (o sobre nazis) que se hicieron en México; de la novela híbrida (invención de Giovanna); de que todas las novelas ahora son híbridas; de Unamuno; de releer los libros propios; de la humildad; de la paciencia; de los egos revueltos; de los egos resueltos; de la búsqueda como sustento eterno de la vocación literaria; de los 1433 escritores que hay en México (y otros tantos en tantos sitios); de cómo se dice coger, follar, en cada sitio; de cómo se dice correrse; de cómo se traduce culear; de cómo Jean Claude Van Damme dice en español joder, y así sucesivamente. Quedamos para vernos otra vez. Lo que más lástima me dio es no ser joven y seguir allí, con ellos, escritor en residendcia. Pero soy latinoamericano. Que ya es muchísimo.
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